Con lágrimas y
palabras, te escribo,
en dónde quieras
que estés...
Tú tranquilidad
se reflejaba en mi sosiego
cuando estabas
cerca, transformándose
en un
desasosiego, ahora… al no verte
sentado en tú
jardín.
Las ranas
sonreían, cuando
te sentabas a su
lado, y
los pájaros te
cantaban, cuando
volabas con
ellos, en esa naturaleza
que todavía no
te olvida.
Tú sonrisa…
en mi recuerdo,
tú canción… en
mis oídos, no pueden
calmar el
silencio profundo, que aterra
el rincón que
dejastes vacío.
Con lágrimas y
palabras, te escribo
en dónde quieras
que estés…
A Pepe Morcuende, por haber sido uno más de mi familia.
Acabo de entrar por tu blog después de mucho tiempo sin hacerlo, y me encuentro con esto que escribiste hace algo más de dos meses. Creo que habla por sí solo, quizá se queden cortas todas las palabras que se le puedan dedicar. Un abrazo para Chiqui, Jose, María y el resto de la familia. Grande Nacho, enorme Pepe.
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