Hay un refrán popular que dicta: “Los niños y los borrachos siempre dicen
la verdad”.
Los niños, esas personas
imaginativas, libres, que se entregan en cuerpo y alma por hacer de su mundo
fantástico, una realidad reflejada en forma de juego. Muchos casos suelen ser
muy crueles al decir lo que piensan, sin repudio, aquella “verdad del niño”, de
la que tanto se habla. Sobre todo en lo que se refiere a descripciones
personales, a asuntos familiares…
Por
otro lado están los borrachos, personas que presentan en la mayoría de los
casos, cierta desinhibición causada por
el alcohol. Esto provoca que no se tenga demasiado reparo en decir algunas
cosas que, de ir sobrio, ni se te pasaría por la cabeza decirlas, es lo que
llamamos “la verdad del borracho”.
Pero,
¿Los niños y los borrachos dicen siempre la verdad?
La
negación en la respuesta a esta pregunta, es más que evidente. A pesar de que
las mentiras, requieren una gran actividad cerebral que en muchos casos un
borracho no está en condiciones de llevar a cabo en ese momento, muchas veces, transmite su
quimera en su discurso. Un niño al igual, emite mentiras a diversos receptores con el fin de
atraer la atención de las personas, para evitar un castigo cuando se les acusa
de algo, etc. Los niños y los borrachos también mienten.
Solo
me queda una duda, si eran verdad las palabras de te quiero, que ella me dijo
aquella noche, cuando llevaba unas copas de más…
Seguro que si te quiere, otra cosa es saber quien de ellas es la que te tiene que querer... Los musicos y los poetas tambien beben...
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