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sábado, 29 de enero de 2011

Él sueña flamenco...


Él era un niño (siete años) cuando se empezó a aficionar al flamenco en el colegio de una forma muy peculiar, ya que en los recreos casi siempre iba a ese rincón en dónde se reunían la mayoría de alumnos de etnia gitana, con el fin de cantar una batería de coplillas a compás de palmas por bulerías, por tangos o por rumbas. Allí se montaba una especie de tablao flamenco durante ese período escolar, destinado a la diversión. En dónde la mayoría de la veces, culminaba en las filas de cada curso, al ritmo de Soy gitano, una canción revelación de uno de los más grandes del flamenco, Camarón de la Isla.


            Cada mañana o cada tarde (ya que antes había clases por la tarde), el niño llegaba a su casa haciendo un intento de canturreo, con lo que había escuchado a sus compañeros. Siempre hacía una petición a sus padres,  la cinta en la que se cantaba Soy gitano de Camarón. Después de varios intentos fallidos, al final se salió con la suya. El padre decide dar el paso de comprar esa maldita o bendita cinta, con el objetivo de que le dejara en paz, y seguramente de hacer feliz a un niño que se interesaba por la cosa más maravillosa del mundo, la música.


             El momento de máxima tranquilidad para él, era cuando llegaba a su hogar. Se escondía en su habitación para escuchar la cinta tan deseada, que le había costado tener. Era un momento especial, lleno de serenidad a la vez que de sonoridad, tal era la afición, que empezó a hacer playback encima de esa cinta, con la guitarra que le regaló su abuela, imitando a Tomatito.


             Pasaba el tiempo y cada vez se aficionaba más a escuchar flamenco, dejando a sus padres muy fácil el regalo de cada cumpleaños. Así fue como fue descubriendo nuevas voces y toques a partir de cintas regaladas y de otras grabadas. Voces nuevas (y otras no tan nuevas) que llegaban por primera vez como regalo a sus oídos, voces como la de Parrita, Currichi, Enrique Morente, Aurora Vargas o un joven Diego El Cigala con un disco llamado Undebel y los toques como no pueden ser de otra manera los ponían las guitarras de Paco de Lucía, Tomatito, Vicente Amigo y un tal José Luis Encinas.


             Y el niño empezó a soñar… el sueño era poder conocer a sus grandes ídolos, en dónde sus manos y sus voces se unieran en una misma fiesta flamenca. Con el paso de los años no terminó de fraguar, hasta que su amigo el de la tienda de música (sí, el mismo al que le compró la cinta su padre hacía ya quince años), le puso en contacto con el guitarrero manchego Vicente Carrillo. La finalidad era la confirmación de una invitación a la presentación de las guitarras Tomatito, en dónde se encontraría con grandes maestros del arte flamenco.
          
           Haciendo feliz, a ese niño que llevo dentro...



LOS CHUNGUITOS



TOMATITO


DIEGO EL CIGALA


 PEPE DE LUCÍA


RAIMUNDO AMADOR


FIESTA POR BULERÍAS CON NIÑO JOSELE

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