Hace tiempo, que mi tiempo no me permitía escribir ni tan
siquiera unas líneas de feliz año nuevo. Dejamos un año atrás, un 2013 lleno de
nuevas experiencias laborales y personales (como siempre unas buenas y otras no
tan buenas), pero siempre queda el recuerdo de haberlo vivido y sobre todo el
aprendizaje que me ha aportado personalmente, el año ya pasado.
Hace unas semanas, dimos la bienvenida
al 2014, y os la doy hoy, desde mi pequeño rincón con una frase que recibí y
que quiero compartirla, por lo completo de su mensaje: “Que nunca les falte un
sueño por el que luchar, un proyecto que realizar, algo que aprender, un lugar
a donde ir, y alguien a quien querer”, ya que si falta algo de esto quiere
decir que algo va mal. Estas son las cosas que no pueden faltar y que os deseo,
para este año ya presente.
Y en lo referente a la cita anterior, mi
proyecto (o proyectos) para este año, va ligado a uno de mis sueños, y todo con
un punto de interés común que encierra mucha magia: la música.
Desde hace meses estoy inmerso en un
proyecto personal de composición musical con arreglos para banda sinfónica, que
espero terminar este año. Algo duro si nunca lo has hecho (como es mi caso) y
algo satisfactorio por todo lo que aprendes durante el proceso y sobre todo
cuando piensas que va dedicado a alguien especial. Es parecido a un embarazo,
durante el trabajo ves como la composición va creciendo como una semilla, la
cual a veces lleva muchos meses e incluso años de desarrollo y esfuerzo.
Me despido con unos versos, extraídos
del primer poema de Baile de Máscaras, un libro que me ha ayudado a aprender y
a reflexionar durante este 2013. Su autor, el poeta extremeño José Manuel Díez:
Jamás será feliz quien no ha
llorado,
quien no ha perdido el mar o
acaso un puerto,
quien no ha tocado un cuerpo
despidiéndose,
quien no ha saboreado la
derrota.
Jamás será feliz quien no ha
medido
la luz de su tristeza
en su esperanza.