“La sensación es el
órgano de lo absoluto”
Ludwig Feuerbach
Cada vez que uno retorna a
aquellos parajes, a los que se los tiene especial cariño, vuelve a descubrir la
belleza natural que los envuelve, las novedades que aparecen (o reaparecen) y
las verdades (o mentiras) que encierran numerosos lugares, que al pasar por ellos te hacen pensar…
¿Quién
no ha tenido nunca, una sensación muy difícil de explicar, o quizás complejo de
saber explicarlo?
La sensación, es la recepción de estímulos a través de los sentidos, en
donde juegan un papel muy importante el pensamiento, la intuición y los sentimientos.
En este sentido, tenemos que tener en cuenta, que hay sensaciones buenas y
sensaciones malas, y que éstas pueden variar en función de la situación, del
estado de ánimo y sobre todo de la persona en cuestión. Pero… ¿Podríamos
convertir una sensación mala en buena?
La respuesta a la cuestión anterior, tiene cierto grado de complejidad. Según mi opinión, parte de la contestación está en la forma de pensar, de ver o apreciar
las cosas. La otra parte de la solución, la encuentro al leer algunos pasajes del libro Muerte en Venecia, del crítico y escritor alemán Thomas Mann, donde para él, los factores externos son de gran importancia. Mann nos indica que hay sensaciones que se esfumarían fácilmente a partir
de una mirada, de una risa, de un cambio de opiniones, de un abrazo, de un beso…
Vuelvo
y regreso continuamente. Miro, observo y siento que gran parte de mí, se queda
allí… y gran parte de allí, se viene conmigo…