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miércoles, 15 de mayo de 2013

Los pájaros que tararean...


Fueron los pájaros los que volvieron a cantar la tonadilla, de aquél juego de palmas, al que ella jugaba en el rincón, del patio de recreo…

A menudo, tarareo la tonadilla de aquellas rimas, trabalenguas, retahílas… que cantábamos acompañando a los juegos populares como la cuerda o las palmas. Estos juegos rítmicos, siempre eran utilizados como gran recurso lúdico, en el colegio o en cualquier lugar habitado por niños o niñas con disposición de entretenerse y divertirse.

Hay que tener en cuenta, que tanto el juego de la cuerda como los juegos de palmas, siempre se han identificado con el género femenino, pero creo, que en los juegos no hay distinción de sexos. Al igual que en el mundo laboral, podemos ver como profesiones identificadas dentro del género masculino, son desempeñadas por mujeres en el presente sin nada que envidiar o viceversa.

 En la actualidad, sigo observando que estos juegos no han pasado de moda, puesto que siguen vigente en el entretenimiento adolescente tanto en los patios de colegios, como en plazas o parques. Pues podemos apreciar como en diferentes rincones, se juntan parejas frente a frente y  sus manos comienzan a dialogar mientras, sus voces repiten al unísono la tonadilla del juego.

DON FEDERICO
Don Federico perdió su cartera,
para casarse con una costurera,
la costurera perdió su dedal,
para casarse con un general…
Popular

Hoy este tipo de ludoteca popular, la observo y la analizo desde otra perspectiva y me implico en su influencia didáctica. Pues la realización de estos juegos trabaja distintos ámbitos del desarrollo humano, aparte de trabajar la mejora de la coordinación motora y la destreza manual, podemos observar como también influye de forma directa en el desarrollo del lenguaje, estimula la atención, trabaja la memoria, la expresión corporal…

La respuesta a que estos juegos no se hayan perdido, es gracias a las generaciones, que van transmitiendo oralmente estas piezas a sus descendientes para que sigan estando presentes en su recuerdo y no se olviden en el futuro, con el fin de que perduren en el tiempo.

Termino de escribir y tarareo aquella tonadilla de aquél juego de palmas, al que ella jugaba en el rincón, del patio de recreo…